Aunque muchas veces se asume que toda el agua embotellada es «mineral», la realidad es que no todas las aguas son iguales ni pueden etiquetarse de la misma manera. La diferencia entre un agua mineral natural y una que no lo es va más allá del nombre: implica su origen, su tratamiento y su composición.
Para entender qué es un agua no mineral, primero necesitamos tener clara la definición de agua mineral natural. Según la legislación vigente en España y los estándares internacionales como el Codex Alimentarius, un agua mineral natural debe cumplir cuatro condiciones esenciales:
- Origen subterráneo: procede de acuíferos profundos, protegidos de toda contaminación.
- Composición mineral constante: sus minerales y oligoelementos permanecen estables en el tiempo.
- Pureza en origen: no necesita tratamientos para ser apta para el consumo.
- Regulación específica: su uso, captación y etiquetado están sujetos a una normativa muy estricta.
Por tanto, ¿cuándo un agua no puede considerarse mineral?
Un agua deja de ser considerada mineral si no cumple con alguno de los requisitos anteriores:- Si no tiene origen subterráneo: por ejemplo, si proviene de ríos, embalses, lagos o incluso del grifo.
- Si requiere tratamiento para ser potable: como cloración, filtración, osmosis inversa o rayos ultravioleta.
- Si su composición mineral no es constante: es decir, varía dependiendo de la fuente o del momento del año.
- Si no tiene pureza microbiológica en origen: y necesita procesos para eliminar microorganismos o contaminantes.