diferencias entre beber agua mineral y del grifo

Bienestar

Estas son las diferencias entre beber agua mineral y del grifo

Aunque a simple vista parezca lo mismo, el agua mineral natural y el agua del grifo tienen diferencias importantes que van desde su origen hasta el sabor que percibimos al beberla.

Origen: el agua mineral proviene de manantiales protegidos, la del grifo de fuentes tratadas

La principal diferencia está en el origen. El agua mineral natural procede de acuíferos subterráneos protegidos, donde permanece durante años filtrándose lentamente a través de capas de roca. Este proceso natural le aporta una composición mineral específica y constante.   En cambio, el agua del grifo proviene de diversas fuentes: ríos, embalses o pozos. Estas aguas necesitan ser recolectadas y transportadas hasta las plantas potabilizadoras, donde se someten a procesos de tratamiento para garantizar su consumo seguro.

Tratamiento: la del grifo se trata químicamente, la mineral se embotella sin alterar

El agua mineral se embotella tal como brota del manantial. No se somete a tratamientos químicos ni físicos que alteren su composición. Solo se filtra para eliminar partículas sólidas, conservando intactas sus propiedades originales.    El agua del grifo debe ser potabilizada. Se añaden desinfectantes como el cloro o el ozono para eliminar microorganismos, y puede pasar por procesos de filtración, floculación y ajuste de pH. Todo esto es necesario para que sea segura, pero puede modificar su sabor y su olor.

Composición: la mineral sí tiene una composición mineral constante

El agua mineral natural tiene una composición fija y regulada por ley. Su contenido en minerales como calcio, magnesio o sodio está determinado por el tipo de roca por la que ha pasado.    La del grifo puede variar mucho en función de la zona geográfica y las infraestructuras locales. Su nivel de minerales no siempre es constante, lo que influye tanto en el sabor como en sus características.  

Sabor: en la del grifo interfieren compuestos que se usan para su potabilidad 

¿Alguna vez has notado que el agua del grifo tiene un sabor más fuerte? No es tu imaginación, el cloro y otros compuestos utilizados en su tratamiento dejan un sabor más perceptible. Aunque no es perjudicial, muchas personas lo encuentran desagradable, especialmente si el agua lleva tiempo estancada en las cañerías.    El agua mineral, al no llevar aditivos ni haber pasado por cloración, tiene un sabor más neutro y suave, que depende únicamente de su composición mineral. Esto la convierte en la preferida de muchas personas para beber directamente o para preparar infusiones y comidas.

Ambas son seguras y siguen muchos controles

  Tanto el agua mineral como la del grifo son seguras y están reguladas por normativa. Sin embargo, la normativa aplicable es distinta. El agua del grifo debe cumplir el Real Decreto 3/2023, que regula la calidad del agua potable en España, siguiendo los estándares europeos. El agua mineral natural, además de cumplir normativas sanitarias, está sujeta a la legislación específica para aguas minerales (como el Real Decreto 1798/2010), que exige una composición estable, origen subterráneo protegido y ausencia de tratamiento químico.

  Además, las marcas responsables como Solán de Cabras superan controles internos y externos, con certificaciones como ISO 22000 en seguridad alimentaria e incluso sellos de calidad sensorial como el Superior Taste Award.

  Lo importante es tener información clara y fiable para decidir. Y si eliges agua mineral, recuerda fijarte en su origen, su mineralización y el compromiso medioambiental de la marca. El agua es vida, y merece toda nuestra atención.