Todo lo que necesitas saber sobre el pH del agua

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Todo lo que necesitas saber sobre el pH del agua

El agua es esencial para la vida, pero no toda el agua es igual. Uno de los factores más importantes para determinar su calidad es el pH, un valor que nos indica si el agua es ácida, neutra o alcalina. Puede parecer un concepto técnico, pero entenderlo es mucho más fácil de lo que parece, y muy útil si queremos cuidar nuestra salud, nuestros electrodomésticos o incluso nuestras plantas.

¿Qué es el pH del agua?

El pH (potencial de hidrógeno) es una medida que indica cuán ácida o alcalina es una disolución acuosa como el agua. Se expresa en una escala que va del 0 al 14:
  • Un valor de pH 7 se considera neutro, como el agua pura en condiciones ideales.
  • Los valores por debajo de 7 indican que el agua es ácida.
  • Los valores por encima de 7 indican que es alcalina o básica.
Esta escala es logarítmica, lo que significa que cada número representa un cambio diez veces mayor en acidez o alcalinidad. Por ejemplo, una muestra con pH 6 es diez veces más ácida que una con pH 7, y una con pH 5 es cien veces más ácida.

¿Qué significa que el agua tenga pH neutro?

Ahora que ya sabemos que el valor 7 representa un pH neutro, puede surgir la pregunta: ¿pero qué significa realmente que el agua sea neutra? En términos prácticos, implica que el agua no presenta ni carácter ácido ni alcalino. Este equilibrio es característico del agua pura, sin minerales ni gases disueltos, y se da en condiciones ideales de laboratorio. Sin embargo, en el mundo real, encontrar agua con pH exactamente 7 es poco común. El agua es un disolvente muy activo y tiende a absorber compuestos del entorno. Por ejemplo, al entrar en contacto con el aire, puede captar dióxido de carbono (CO₂), lo que la vuelve ligeramente ácida. Es el caso del agua destilada: aunque comienza con un pH neutro, basta con dejarla reposar al aire para que su pH descienda a valores cercanos a 5,5 o 6. Este comportamiento no es necesariamente negativo, simplemente refleja lo sensible que es el pH del agua frente a su entorno. Aunque el pH neutro es una referencia ideal, lo verdaderamente importante es que el agua se mantenga dentro de un rango seguro y funcional para su consumo y uso cotidiano.

Ejemplos cotidianos para entender mejor la escala del pH

  • Zumo de limón: pH 2,5 (muy ácido)
  • Café: pH 5 ( ácido)
  • Agua pura: pH 7 (neutro)
  • Agua con cal: pH 9-12 (alcalina)
  • Lejía: pH 13 (muy alcalina)

¿Por qué es importante el pH del agua?

El pH del agua es un indicador clave de su calidad. No solo determina si el agua es apta para el consumo humano, sino que también afecta directamente a su sabor, su efecto sobre los electrodomésticos, su capacidad para disolver sustancias, y su influencia en organismos vivos como plantas o peces. Mantenerlo dentro del rango adecuado es fundamental tanto para la salud como para el buen funcionamiento de las instalaciones y sistemas en los que se utiliza. El pH influye directamente en múltiples aspectos de la vida diaria:
  • Salud: Un agua demasiado ácida puede dañar el esmalte dental, causar molestias digestivas o favorecer la disolución de metales pesados como el plomo o el cobre, lo que supone un riesgo para la salud a largo plazo. Por su parte, un pH demasiado alto puede alterar la digestión, resecar la piel y el cabello o modificar el equilibrio del microbioma cutáneo.
  • Tuberías y electrodomésticos: La acidez puede corroer instalaciones metálicas y liberar partículas indeseadas al agua, mientras que la alcalinidad excesiva favorece la aparición de sarro y la formación de incrustaciones que obstruyen grifos y reducen la eficiencia de calderas, lavadoras o calentadores.
  • Sabor y textura: El agua ácida puede tener un sabor agrio o metálico, mientras que la alcalina puede resultar salina, jabonosa o desagradable al paladar.
  • Productos de limpieza y desinfección: Un pH desequilibrado reduce la eficacia de muchos productos como detergentes, jabones o desinfectantes como el cloro, lo que afecta a la higiene doméstica o al tratamiento de piscinas.
  • Usos agrícolas o en acuarios: En cultivos o ecosistemas acuáticos, un pH incorrecto puede dificultar la absorción de nutrientes o afectar gravemente la salud de las plantas y los animales.

¿Cuál es el pH ideal del agua para beber?

Según las principales autoridades sanitarias internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Europea, el pH del agua potable debe situarse entre 6,5 y 9,5. Este rango es clave para asegurar que el agua sea segura, saludable y adecuada para su consumo diario. Un agua dentro de estos valores no solo es compatible con el equilibrio natural de nuestro organismo, sino que también garantiza otras condiciones fundamentales: evita la corrosión de las tuberías y la posible liberación de metales pesados como el plomo o el cobre; previene la formación de incrustaciones de cal o sarro al no ser excesivamente alcalina; y favorece el correcto funcionamiento de los tratamientos de desinfección, ya que productos como el cloro actúan de manera más efectiva cuando el pH está bien regulado.

Tipos de agua y su pH habitual:

Agua del grifo: Su pH suele estar entre 6,5 y 8,5, dependiendo del origen del agua, el tipo de tratamiento que reciba y el estado de las tuberías. Por ejemplo, en zonas con agua muy calcárea (como en Valencia o Zaragoza), el agua puede acercarse a un pH de 8 o más, mientras que en lugares con aguas blandas, como el norte de Galicia, puede rondar el 7. Este rango asegura que sea segura para el consumo, aunque a veces puede presentar sabores diferentes según la región. Agua embotellada: El pH varía mucho: desde 4,5 (ligeramente ácida) hasta 9,5 (alcalina). Todo depende del manantial, el proceso de embotellado y si ha sido tratada para modificar su composición. En el caso del agua Solán de Cabras, su pH es ligeramente alcalino. Además, su mineralización equilibrada y su sabor suave la hacen una opción habitual para quienes buscan una hidratación de calidad en el día a día. Agua destilada: En laboratorio, el pH del agua destilada es 7 (neutro). Sin embargo, en cuanto se expone al aire, absorbe dióxido de carbono y puede bajar hasta 5,5, lo que la vuelve ligeramente ácida. Este tipo de agua no es habitual para beber, se usa sobre todo en planchas, baterías o laboratorios, precisamente por su pureza y ausencia de minerales. Agua de lluvia:Tiene un pH natural de alrededor de 5,6, debido a que absorbe CO₂ del aire, formando ácido carbónico. No es peligrosa para las plantas ni para el ambiente, pero no es recomendable para el consumo humano sin tratamiento, ya que puede arrastrar contaminantes del aire o de las superficies por donde escurre. Agua osmotizada: Suele tener un pH entre 6 y 7, ya que durante el proceso se eliminan casi todos los minerales que “amortiguan” los cambios de acidez. Aunque sigue siendo potable, su sabor puede parecer más “plano” o incluso ligeramente ácido para quienes están acostumbrados al agua del grifo o mineral natural. Algunas personas optan por remineralizarla con filtros especiales. Un agua con pH entre 7 y 8 suele considerarse equilibrada para el consumo habitual y el mantenimiento doméstico.

¿Cómo medir y ajustar el pH del agua?

Cómo medir el pH del agua

Medir el pH del agua es más sencillo de lo que parece, y existen varias herramientas al alcance de cualquiera: Las tiras reactivas son una opción práctica y económica. Se sumergen en el agua y cambian de color, lo que permite comparar el resultado con una escala impresa. Son útiles para comprobar rápidamente si el agua está dentro de un rango normal, aunque no ofrecen una precisión exacta. Los medidores digitales, por otro lado, proporcionan una lectura precisa y numérica del pH. Funcionan con sensores electrónicos y son ideales para quienes necesitan un control más riguroso, como en acuarios, equipos de filtrado o cultivos. Eso sí, requieren calibración periódica. Los kits colorimétricos, muy usados en piscinas, funcionan mediante gotas que reaccionan químicamente con el agua y muestran un color que indica el pH aproximado. En general, es recomendable medir el pH si el agua proviene de un pozo, si se usa un sistema de filtrado complejo o si se observan cambios inusuales en sabor, olor o color.

Cómo ajustar el pH del agua

Cuando el pH del agua no se encuentra dentro del rango considerado adecuado, pueden aplicarse distintos métodos para corregirlo, dependiendo de si se trata de un exceso de acidez o de alcalinidad. En casos de pH bajo (agua ácida), existen procesos que incorporan minerales alcalinos al agua. Es habitual que sistemas de tratamiento utilicen bicarbonatos o carbonatos para estabilizar el pH. También hay tecnologías que añaden calcio o magnesio mediante filtración, especialmente en el agua potable o industrial. Cuando el agua presenta un pH alto (agua alcalina), se pueden aplicar soluciones reguladoras a base de ácidos naturales o químicos, como el ácido cítrico o el ácido clorhídrico, en entornos controlados como piscinas o cultivos. Estos ajustes permiten mantener el equilibrio adecuado para usos específicos, como la desinfección o la absorción de nutrientes por parte de las plantas. En todos los casos, el tipo de agua, su uso final y su composición mineral influyen en el método más adecuado. El pH no se ajusta de forma universal: requiere conocimiento del contexto y análisis previos para tomar decisiones informadas y seguras.

Todo se resume en un buen equilibrio

El pH del agua, aunque pueda parecer un dato menor, es un indicador clave de su calidad. Un valor equilibrado dentro del rango recomendado garantiza que el agua sea apta para el consumo, segura para el organismo y compatible con los sistemas domésticos e industriales. Afecta no solo a la salud humana, sino también al sabor, la eficacia de tratamientos como la desinfección y la durabilidad de las instalaciones. Comprender y controlar el pH es una parte esencial del cuidado del agua en cualquier entorno.