tipos de agua embotellada

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¿QUÉ TIPOS DE AGUA EMBOTELLADA EXISTEN?

El agua es la bebida embotellada que más se bebe en España. No pensemos en refrescos famosos, zumos o incluso cerveza. Según el  último informe del MAPA, el agua mineral representa el 46,5 % de todas las bebidas frías que tomamos en casa. Casi la mitad. Increíble, ¿no? Pero claro, cuando hablamos de “agua embotellada” no todo es lo mismo. Hay aguas que vienen de manantial, otras que se purifican, algunas que tienen gas, otras que suenan muy científicas en la etiqueta… Y al final, no siempre está claro qué estás comprando. Así que si alguna vez te has parado frente a la estantería del súper sin saber cuál elegir, vamos a repasar los tipos de agua embotellada que existen.
  • Agua mineral natural

Es una de las más comunes y también de las más valoradas. Se extrae directamente de manantiales subterráneos protegidos, y tiene una composición mineral constante. Eso significa que siempre sabrá igual y que sus minerales están presentes de forma natural, no añadidos. No pasa por tratamientos químicos ni se modifica: lo que sale del manantial es lo que llega a la botella.
  • Agua de manantial

También proviene de acuíferos subterráneos, pero no está obligada a mantener una composición mineral constante. Aun así, debe cumplir con todos los requisitos de calidad y seguridad para el consumo humano. Su sabor puede variar ligeramente según el entorno natural, pero sigue siendo una opción segura y habitual. Curiosidad: en algunos países como Estados Unidos, gran parte del agua embotellada se etiqueta como “spring water” (agua de manantial), y su regulación puede variar según el estado.
  • Agua purificada o tratada

Este tipo puede venir de muchas fuentes: agua del grifo, ríos o incluso lagos. Lo importante es que pasa por procesos como filtración, ósmosis inversa o desinfección, hasta que queda completamente limpia. El resultado es un agua segura y neutra, aunque sin los minerales naturales del agua mineral o de manantial. Suele usarse en países donde el agua del grifo no es potable o en marcas que apuestan por la purificación total. ¿Dónde se consume más? Es muy habitual en Estados Unidos, México, India o partes de Asia, donde muchas marcas utilizan agua urbana que después purifican completamente.
  • Agua con gas

Aquí hablamos de agua con burbujas, que puede ser carbonatada naturalmente (es decir, ya sale con gas del manantial) o a la que se le añade CO₂ de forma controlada. El resultado es ese cosquilleo que tanto gusta a algunos. Se consume por gusto, para acompañar comidas o simplemente como alternativa a los refrescos. Hay quien no puede vivir sin ella, y hay quien no la soporta. Cuestión de gustos. Como curiosidad decir que en Alemania, Suiza o Austria, es incluso más común que el agua sin gas. 
  • Agua alcalina

Es un tipo de agua con un pH más alto de lo normal, es decir, más alcalino que el agua estándar. A veces ese pH viene dado de forma natural (por la composición del terreno), y otras veces se ajusta mediante tratamientos. No todas las aguas alcalinas embotelladas se encuentran reguladas como agua mineral, por lo que conviene revisar su origen y etiquetado. Si no lo has escuchado aún es porque en Europa, aún es más minoritaria que en países como Japón o Estados Unidos.
  • Otras aguas menos comunes

Además de las que ves habitualmente, existen otras variantes:
  • Agua destilada: se hierve y se condensa para eliminar impurezas. No se recomienda para beber de forma habitual porque tiene muy pocos minerales.
  • Agua de lluvia o de hielo: se recolecta directamente del entorno, aunque no es habitual en España.
  • Aguas saborizadas o funcionales: con vitaminas, sabores o minerales añadidos. Son otra categoría distinta y no se consideran “agua” en sentido estricto.

¿CUÁL SERÍA MEJOR PARA TI?

La respuesta corta: depende. Si buscas algo natural, con minerales y sin tratamientos, elige agua mineral. Si quieres algo más neutro, o si la usas para cocinar o preparar bebidas, el agua purificada puede encajar. Si te gustan las burbujas, ya sabes: agua con gas. Y si tienes dudas, lo mejor es leer la etiqueta y fijarte en el origen, el tipo de tratamiento y la mineralización.