Dureza del agua qué es y cómo nos afecta

Dureza del agua: qué es y cómo nos afecta

¿Qué significa la dureza del agua?

La dureza es una característica que se mide por la concentración de minerales que tiene el agua, principalmente calcio y magnesio. Cuanta más concentración de estos elementos contiene, más “dura” se considera el agua.  Aunque muchas veces pasa desapercibida, esta característica del agua influye en más aspectos de nuestra vida diaria de lo que imaginamos; las marcas blancas en la ducha de cal, la dificultad para hacer espuma con el jabón o la sensación de aspereza en el cabello tras lavarlo…

¿Qué hace que un agua sea dura o blanda?

El agua se vuelve dura al circular por suelos ricos en piedra caliza u otras rocas que liberan minerales. Si pasa por terrenos graníticos o silíceos, la concentración es menor y hablamos de agua blanda.

¿Es lo mismo que el residuo seco?

No exactamente. El residuo seco indica la cantidad total de minerales tras evaporar 1 litro de agua a 180 °C, pero la dureza solo tiene en cuenta los carbonatos y sales de calcio y magnesio. Aun así, puedes profundizar más en nuestro artículo sobre el residuo seco

Consecuencias del agua dura en el uso cotidiano

Aunque no representa un problema sanitario, el agua dura puede afectar a varios aspectos de tu vida diaria.

Impacto en electrodomésticos y tuberías

La cal puede acumularse en resistencias de calentadores, lavadoras o cafeteras, reduciendo su eficiencia y provocando averías. También puede obstruir tuberías y grifos.

Efectos en la piel y el cabello

El agua dura puede dejar residuos minerales en la piel y el pelo, haciendo que el cabello se sienta áspero o el jabón no haga tanta espuma. Aunque esto no es perjudicial, puede resultar molesto.

Limpieza y consumo de detergentes

La presencia de minerales dificulta la acción de los detergentes, por lo que puede ser necesario usar más cantidad de producto para lograr los mismos resultados.

¿Existe una dureza ideal del agua?

Qué dicen las autoridades sobre los niveles recomendados

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el agua con hasta 500 mg/L de carbonato cálcico se considera aceptable para el consumo humano. En España, la normativa permite 100 mg/L de calcio y hasta 200 mg/L como valor de tolerancia, según el Real Decreto 3/2023 sobre aguas de consumo.

Solán de Cabras cumple con la normativa y ofrece una composición de minerales equilibrada, con unos 60 mg/L de calcio y 26 mg/L de magnesio, lo que la convierte en un agua agradable al gusto y perfecta para el consumo diario.

¿Cómo se controla la dureza del agua?

Métodos de tratamiento para reducirla

  • Descalcificadores por intercambio iónico: sustituyen los iones de calcio y magnesio por sodio.
  • Ósmosis inversa: filtra los minerales a través de una membrana semipermeable.
  • Ebullición o aditivos químicos: técnicas menos comunes en entornos domésticos.

Consideraciones antes de ablandar el agua

Un agua excesivamente descalcificada puede ser más corrosiva y modificar el sabor. Además, algunos sistemas de descalcificación utilizan sal, lo que puede aumentar el contenido de sodio en el agua.

¿Cómo saber la dureza del agua en casa?

Puedes hacerlo de tres formas:
  • Kits de análisis domésticos: incluyen tiras reactivas o soluciones que reaccionan con el agua.
  • Analizadores digitales: ofrecen datos más precisos sobre el contenido mineral.
  • Consulta a tu proveedor local de agua: muchas compañías publican esta información en su web o en la factura.

¿Dónde consultar la dureza del agua en tu zona?

En España, puedes consultar la base de datos del Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC)

¿Cómo saber si el agua de tu casa es dura?

  • Fíjate si hay acumulaciones blancas en grifos o electrodomésticos.
  • Compara la espuma que genera el jabón.
  • Consulta con tu ayuntamiento o proveedor de agua.

Un aspecto cotidiano con más impacto del que parece

La dureza del agua no es solo una cuestión técnica, sino un factor que afecta desde el cuidado del hogar hasta nuestra percepción sensorial del agua. Conocer el tipo de agua que utilizamos nos permite tomar decisiones informadas para mejorar su uso y mantenimiento. Y si buscas un agua equilibrada desde el origen, recuerda que existen aguas minerales naturales como Solán de Cabras, que brotan con una composición estable, tras siglos de filtración natural
diferencias entre beber agua mineral y del grifo

Estas son las diferencias entre beber agua mineral y del grifo

Aunque a simple vista parezca lo mismo, el agua mineral natural y el agua del grifo tienen diferencias importantes que van desde su origen hasta el sabor que percibimos al beberla.

Origen: el agua mineral proviene de manantiales protegidos, la del grifo de fuentes tratadas

La principal diferencia está en el origen. El agua mineral natural procede de acuíferos subterráneos protegidos, donde permanece durante años filtrándose lentamente a través de capas de roca. Este proceso natural le aporta una composición mineral específica y constante.   En cambio, el agua del grifo proviene de diversas fuentes: ríos, embalses o pozos. Estas aguas necesitan ser recolectadas y transportadas hasta las plantas potabilizadoras, donde se someten a procesos de tratamiento para garantizar su consumo seguro.

Tratamiento: la del grifo se trata químicamente, la mineral se embotella sin alterar

El agua mineral se embotella tal como brota del manantial. No se somete a tratamientos químicos ni físicos que alteren su composición. Solo se filtra para eliminar partículas sólidas, conservando intactas sus propiedades originales.    El agua del grifo debe ser potabilizada. Se añaden desinfectantes como el cloro o el ozono para eliminar microorganismos, y puede pasar por procesos de filtración, floculación y ajuste de pH. Todo esto es necesario para que sea segura, pero puede modificar su sabor y su olor.

Composición: la mineral sí tiene una composición mineral constante

El agua mineral natural tiene una composición fija y regulada por ley. Su contenido en minerales como calcio, magnesio o sodio está determinado por el tipo de roca por la que ha pasado.    La del grifo puede variar mucho en función de la zona geográfica y las infraestructuras locales. Su nivel de minerales no siempre es constante, lo que influye tanto en el sabor como en sus características.  

Sabor: en la del grifo interfieren compuestos que se usan para su potabilidad 

¿Alguna vez has notado que el agua del grifo tiene un sabor más fuerte? No es tu imaginación, el cloro y otros compuestos utilizados en su tratamiento dejan un sabor más perceptible. Aunque no es perjudicial, muchas personas lo encuentran desagradable, especialmente si el agua lleva tiempo estancada en las cañerías.    El agua mineral, al no llevar aditivos ni haber pasado por cloración, tiene un sabor más neutro y suave, que depende únicamente de su composición mineral. Esto la convierte en la preferida de muchas personas para beber directamente o para preparar infusiones y comidas.

Ambas son seguras y siguen muchos controles

  Tanto el agua mineral como la del grifo son seguras y están reguladas por normativa. Sin embargo, la normativa aplicable es distinta. El agua del grifo debe cumplir el Real Decreto 3/2023, que regula la calidad del agua potable en España, siguiendo los estándares europeos. El agua mineral natural, además de cumplir normativas sanitarias, está sujeta a la legislación específica para aguas minerales (como el Real Decreto 1798/2010), que exige una composición estable, origen subterráneo protegido y ausencia de tratamiento químico.

  Además, las marcas responsables como Solán de Cabras superan controles internos y externos, con certificaciones como ISO 22000 en seguridad alimentaria e incluso sellos de calidad sensorial como el Superior Taste Award.

  Lo importante es tener información clara y fiable para decidir. Y si eliges agua mineral, recuerda fijarte en su origen, su mineralización y el compromiso medioambiental de la marca. El agua es vida, y merece toda nuestra atención.
proceso de mineralización del agua

Cómo es el proceso de mineralización del agua

Normalmente vemos eso de “agua de mineralización débil” en las etiquetas de marcas de agua, pero no sabemos qué es eso de la mineralización. La clave está en un proceso natural que ocurre bajo nuestros pies, gota a gota.

¿Qué es la mineralización del agua?

La mineralización es el proceso por el cual el agua va incorporando minerales esenciales como calcio, magnesio, sodio o bicarbonatos al entrar en contacto con diferentes tipos de rocas y sedimentos durante su paso subterráneo. Este proceso da lugar a lo que conocemos como agua mineral natural, un tipo de agua que no ha sido tratada químicamente ni modificada artificialmente y cuya composición mineral es constante y característica del lugar donde brota.   Es importante diferenciar entre:  
  • Agua mineral natural: procede de un manantial subterráneo y tiene una mineralización propia y estable.
  • Agua mineralizada: puede ser agua tratada a la que se le han añadido minerales de forma artificial. No siempre es natural.
  Aunque suenen parecidas, no es lo mismo agua mineral que agua mineralizada. La primera es 100 % natural; la segunda, puede ser modificada.

El proceso natural de mineralización del agua

1. Comienza con el agua de lluvia

Todo empieza cuando el agua de lluvia se infiltra en el suelo. En lugar de evaporarse o correr hacia ríos y mares, una parte penetra en el terreno y se convierte en agua subterránea.

2. Filtración a través de capas geológicas

Durante su viaje por el subsuelo, el agua pasa por diversas capas de roca, arena y arcilla. En este recorrido, va absorbiendo minerales según el tipo de terreno que atraviesa:  
  • Calcio y magnesio: en terrenos calizos o dolomíticos.
  • Sodio y potasio: en zonas graníticas o volcánicas.
  • Bicarbonatos y sulfatos: en formaciones sedimentarias marinas.
  Este proceso puede durar décadas e incluso siglos, y es clave para que el agua adquiera una composición mineral equilibrada. 

3. El caso del manantial de Solán de Cabras

Solán de Cabras nace en un único manantial en la Serranía de Cuenca, tras filtrarse de forma natural durante más de 3.600 años a través de una formación de roca jurásica.   Su mineralización equilibrada y constante no necesita tratamientos ni aditivos. Además, el agua brota por sí sola, a 21 °C y con un caudal estable, lo que permite embotellarla por gravedad sin necesidad de bombeo, respetando el entorno natural.

Y en el lado contrario… ¿Existe un agua desmineralizada?

Sí, el agua desmineralizada se somete a procesos como la ósmosis inversa o destilación para eliminar la mayoría de minerales. Es útil para usos industriales, pero no se recomienda como agua de consumo habitual. En  cambio el agua mineralizada puede ser natural (como la de manantial) o artificial (cuando se añaden sales y minerales a agua purificada) y sí es la que conocemos que se bebe habitualmente.

¿Y la del grifo?

Y una duda frecuente: ¿el agua del grifo es agua mineral? No. Aunque pueda contener minerales, el agua del grifo se obtiene de fuentes diversas (ríos, embalses o acuíferos) y para garantizar su potabilidad, se trata con cloro u otros procesos que pueden alterar su sabor o variar su composición según la zona.

Beneficios del agua mineralizada

La mineralización del agua influye tanto en su sabor como en sus usos recomendados. En función de su contenido en residuo seco (es decir, la cantidad de minerales que quedarían si se evaporara 1 litro a 180 °C), el agua puede clasificarse como:  
  • Muy débil (<50 mg/L): ideal para dietas bajas en sodio y preparación de alimentos infantiles.
  • Débil (50–500 mg/L): equilibrada para el consumo diario.
  • Media a fuerte (>500 mg/L): puede contener más sodio o calcio; algunas se recomiendan por su sabor o por preferencias específicas.

Tabla resumen

Aquí te damos una comparativa para que conozcas las diferencias:  
Tipo de agua Tratada Origen Minerales Sabor Uso habitual
Agua del grifo Red pública Variable Variable Hidratación básica
Agua embotellada (mineral natural) No Manantial Constante Suave y pura Consumo diario
Agua filtrada doméstica Grifo Reducción parcial Neutra Alternativa urbana
Agua desmineralizada Tratada Prácticamente ninguno Insípida Uso técnico, no consumo
Aunque todas son seguras en España, si buscas un agua con composición equilibrada, sin tratamientos químicos y con garantía de origen, lo ideal es optar por un agua mineral natural certificada.
Cocinar con agua mineral

Cocinar con agua mineral es posible (y tiene ventajas)

¿Sabías que el agua que usas al cocinar puede influir en el sabor final de tus platos? Aunque nuestra vista siempre vaya a los ingredientes principales, el agua es un elemento clave en casi todas las elaboraciones. Desde un caldo hasta una simple cocción de verduras, su calidad puede marcar la diferencia. Cocinar con agua mineral natural no solo es posible, sino que tiene ventajas que seguramente no habías considerado.

El agua es un ingrediente invisible, pero omnipresente. Se usa para cocer pasta, preparar infusiones, hidratar masas, elaborar caldos o incluso como base de muchas salsas. Por eso, si buscamos que nuestros alimentos conserven todo su sabor, textura y propiedades, la calidad del agua importa.

¿Por qué usar agua mineral para cocinar? 

Sabor más limpio y resultados más constantes

El agua mineral natural tiene una composición constante, sin cloro, sin sabores añadidos ni tratamientos artificiales. Esto permite que los ingredientes conserven su sabor real, especialmente en recetas delicadas. Una cocción con agua mineral no aporta sabores extraños ni modifica el color o el aroma de los alimentos.

Ideal para recetas delicadas: caldos, infusiones, postres o masas

Cuando preparamos una infusión, un flan, una crema pastelera o incluso un pan casero, el tipo de agua que usamos influye más de lo que creemos. Una agua pura y equilibrada ayuda a que las texturas sean más suaves y los sabores más definidos. Es el mismo motivo por el que muchos reposteros y panaderos apuestan por aguas con una mineralización débil y estable.

¿Qué agua usas para hacer café?

El café está compuesto en más de un 95% por agua. Por eso, el tipo de agua que uses puede cambiar completamente su sabor. El agua mineral natural, al tener una composición equilibrada y libre de cloro, permite que los matices del café destaquen de forma más clara. Notarás una diferencia real si preparas un café de filtro o una cafetera italiana con agua mineral en lugar del agua del grifo.

En dietas específicas o para personas sensibles

Algunas personas prefieren controlar lo que consumen con mayor detalle, como quienes siguen una dieta baja en sodio, personas embarazadas o bebés. En estos casos, el uso de agua mineral donde los valores de composición están controlados puede ser una opción interesante, especialmente cuando se busca evitar el cloro, los residuos de metales o los sabores no deseados. También en la cocina

¿Hay diferencias entre aguas a la hora de cocinar?

El sabor y los tratamientos del agua del grifo

El agua del grifo es potable, pero suele estar tratada con cloro u otros productos desinfectantes que pueden alterar su sabor. Además, su composición varía según la zona geográfica, lo que puede generar resultados diferentes en cada receta. En regiones con aguas duras es habitual notar una ligera alteración en el sabor de las infusiones o una cocción más lenta de las legumbres. Por el contrario, las aguas blandas, con menor carga mineral, pueden afectar a la textura de ciertas elaboraciones, como masas o caldos, al no reaccionar igual con los ingredientes. Estas variaciones locales hacen que una misma receta pueda dar resultados diferentes según el agua utilizada. La ventaja del agua mineral natural es que su composición es siempre constante, independientemente de dónde te encuentres, lo que ofrece una mayor seguridad y regularidad al cocinar.

Otras alternativas como el  agua de mar, filtrada o “de osmosis”

En cocina profesional también se usan otras variantes como el agua de mar diluida, aguas filtradas por ósmosis o incluso destiladas. Sin embargo, no todas ellas ofrecen garantías sanitarias o estabilidad de composición. Por ejemplo, el agua de mar debe pasar por procesos rigurosos de higienización, y las osmotizadas pueden carecer de minerales esenciales, lo que influye en el sabor.

¿Merece la pena? Nuestra respuesta: sí, en muchos casos

No se trata de sustituir toda el agua de la cocina, pero sí de ser conscientes de su impacto. Usar agua mineral para infusiones, caldos, cafés o postres puede ayudarte a obtener mejores resultados y un sabor más limpio. Así que, si valoras la pureza, la estabilidad y el respeto por el origen, no dudes en incorporar agua mineral natural en tu cocina porque puede marcar la diferencia.
En qué influye la temperatura del agua

¿Agua fría o tibia? La temperatura puede influir más de lo que imaginas.

A todos nos ha pasado alguna vez: llegas a casa con sed, abres el grifo o la nevera, y dudas… ¿Agua fría o del tiempo? ¿Qué será mejor para el cuerpo? Aunque pueda parecer solo una cuestión de gustos o costumbres, la temperatura del agua que bebemos puede influir en cómo nos sentimos en determinados momentos del día o del año. Y no, ninguna opción es mejor que otra. Lo importante es entender qué aporta cada una y en qué situaciones encaja mejor

¿Existe realmente una diferencia entre beber agua fría o tibia?

Beber agua es esencial, eso está claro. Pero cuando se trata de elegir entre fría o tibia, entran en juego factores como el clima, el momento del día, lo que hemos comido o incluso cómo nos encontramos físicamente. En verano, es normal que el cuerpo pida bebidas más frescas para aliviar el calor. En cambio, cuando hace frío o buscamos confort, un vaso de agua tibia puede ser más reconfortante. No es casualidad que en muchas culturas, especialmente en Asia o la India, el agua caliente o templada se consuma a diario como parte de una rutina de bienestar.

¿Qué se considera agua tibia y qué temperatura tiene?

Es común confundir agua tibia con agua caliente, pero no son lo mismo. Mientras que el agua caliente puede superar los 60 °C (como la que usamos para infusiones), la tibia es mucho más suave y apta para beber directamente, incluso en ayunas. Aunque no hay una definición exacta, se considera agua tibia a aquella que se encuentra entre los 35 °C y los 45 °C, es decir, ni fría ni caliente. En la práctica, es el agua que no da sensación de frío al beberla, pero tampoco quema ni genera vapor.

Beber agua fría: qué tener en cuenta

Un vaso de agua fría puede ser lo más apetecible del mundo en días de calor, tras hacer ejercicio o después de un paseo largo. Refresca, hidrata y ayuda a regular la temperatura corporal rápidamente. También suele asociarse a una sensación de “despertar”, especialmente por la mañana o después de un esfuerzo físico. Sin embargo, hay situaciones en las que conviene evitarla muy fría. Por ejemplo:
  • Justo después de una comida copiosa, ya que puede ralentizar la digestión.
  • Si vienes de una actividad intensa y el cuerpo aún está muy caliente: el contraste de temperaturas podría resultar incómodo.
  • Si tienes sensibilidad dental o molestias en la garganta.
¿Significa esto que es malo beber agua fría? No. En personas sanas, no hay problema en hacerlo con moderación. La clave está en escuchar al cuerpo y evitar los extremos, sobre todo si notas molestias al hacerlo.

Beber agua tibia o a temperatura ambiente: ¿para qué momentos encaja mejor?

Hay quienes no cambian su vaso de agua del tiempo por nada, incluso en pleno agosto. Y tiene sentido: el agua tibia o a temperatura ambiente es más suave para el cuerpo, especialmente en momentos donde buscamos equilibrio y no impacto térmico. Estos son algunos ejemplos donde encaja mejor:
  • Al despertar, para comenzar el día de forma suave.
  • Durante las comidas, ya que favorece un ritmo digestivo más estable.
  • En días fríos, donde un sorbo templado reconforta más que uno helado.
En algunas culturas, como la china, beber agua tibia forma parte de rutinas de bienestar milenarias. Aunque en Occidente no siempre tenemos esta costumbre, cada vez hay más personas que la integran en su día a día, especialmente como parte de una hidratación consciente.

¿Y entonces, cuál es mejor?

La pregunta del millón no tiene una respuesta única. No existe una “temperatura ideal” para todo el mundo ni para todos los momentos. Dependerá de lo que estés haciendo, de cómo te encuentres o incluso del clima en ese momento. Lo más importante es:
  • Mantener una hidratación regular a lo largo del día.
  • Evitar cambios bruscos de temperatura en momentos sensibles (como después del ejercicio o tras una comida).
  • Elegir la temperatura que te resulte más agradable y que te invite a beber más a menudo.
Ya sea un vaso de agua fría después de correr, o uno tibio al despertar, la mejor opción será siempre aquella que encaje contigo y con tu rutina. Porque más allá de la temperatura, lo que realmente marca la diferencia es cómo y cuánto te hidratas a lo largo del día.
diferencias agua con gas y gaseosa

Agua con gas y gaseosa: ¿en qué se diferencian realmente?

Aunque las dos tienen burbujas, el agua con gas y la gaseosa no son lo mismo. La primera es agua con dióxido de carbono (a veces natural, a veces añadido) y la segunda es una bebida con gas que lleva aromas, edulcorantes y, en muchos casos, otros ingredientes. Fácil de confundir, pero no iguales. Si alguna vez te has preguntado cuál es mejor para hidratarte o cuál va mejor con el vermut, sigue leyendo.

¿Qué es exactamente el agua con gas?

Es agua, pero con burbujas. Así de simple. A veces esas burbujas vienen del propio manantial (sí, hay aguas que salen con gas natural), y otras veces se le añade el dióxido de carbono después. Lo importante es que el agua con gas conserva su pureza y su equilibrio mineral, sin añadir edulcorantes, aromas ni calorías. Su única diferencia respecto al agua sin gas es la efervescencia.   Ideal si quieres algo diferente sin salirte del camino saludable.

¿Y la gaseosa, entonces?

La gaseosa, en cambio, es una bebida refrescante elaborada a partir de agua carbonatada, a la que se añaden aromas (normalmente cítricos), edulcorantes o azúcares, y en ocasiones, conservantes o acidulantes. Tiene un sabor ligeramente dulce y se utiliza con frecuencia como base para mezclas, como el clásico “tinto de verano” o combinados con vermut. En definitiva, la gaseosa es un refresco con sabor, mientras que el agua con gas es simplemente agua mineral o purificada con burbujas.

Ingredientes

¿Qué lleva cada una?

Agua con gas:

  • Agua (mineral o purificada)
  • Dióxido de carbono (CO₂), natural o añadido
  • Y ya está

Gaseosa:

  • Agua carbonatada
  • Aromas (casi siempre cítricos)
  • Azúcar o edulcorantes
  • A veces conservantes o acidulantes
Como ves, el agua con gas no tiene secretos. La gaseosa, en cambio, tiene una receta más parecida a un refresco.

¿Cuándo tomar una u otra?

Depende de lo que estés buscando:
  • ¿Tienes sed y quieres cuidarte? Agua con gas. Te hidrata igual que el agua normal, pero con burbujas. De hecho, según la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), el agua con gas hidrata exactamente igual que el agua sin gas, ya que el dióxido de carbono no afecta a la absorción del líquido por el organismo. Así que si buscas variedad sin renunciar a la hidratación, es una gran alternativa
  • ¿Quieres algo más sabroso o vas a preparar una bebida? La gaseosa puede ser tu aliada.
  • ¿Evitas azúcares o edulcorantes? Quédate con el agua con gas.
Y si solo te gusta por el burbujeo, prueba ambas y decide. ¡Para gustos, los colores!

Comparativa a simple vista

Característica Agua con gas Gaseosa
Base Agua mineral o purificada Agua carbonatada
Sabor Neutro, mineral Cítrico y ligeramente dulce
Ingredientes Solo agua y gas Aromas, edulcorantes, conservantes
Calorías 0 kcal Algunas, según el tipo
Uso habitual Hidratación, acompañamiento Mezclas, refresco
Aunque parezcan lo mismo, no tienen nada que ver más allá de las burbujas. Una es agua con chispa, la otra es una bebida con sabor. Si buscas algo para hidratarte sin más, apuesta por el agua con gas. Si vas a preparar un combinado, la gaseosa puede funcionar mejor.
¿El agua mineral tiene cloro?

¿El agua mineral tiene cloro?

La respuesta es clara: la de Solán de Cabras no. El agua mineral natural, como Solán de Cabras, no contiene cloro añadido porque no lo necesita. Su pureza se conserva desde el origen gracias a un proceso natural de filtración en la roca, lo que garantiza que llegue al consumidor con una composición estable y equilibrada.   ¿Entonces por qué surge esa duda? Porque existen muchas diferencias entre el “viaje” que hace el agua del grifo hasta nuestros hogares y el que hace el agua mineral natural.

¿Qué es el cloro y para qué se usa en el agua?

El cloro es un elemento químico ampliamente utilizado como desinfectante. Su función principal en el agua es eliminar bacterias, virus y otros microorganismos que podrían poner en riesgo la salud. Gracias a él, millones de personas en todo el mundo tienen acceso a agua potable segura, especialmente en sistemas de distribución urbana donde el agua debe recorrer kilómetros de tuberías.

¿Cuándo se añade cloro al agua potable?

El cloro se añade al agua en las plantas de potabilización, durante el proceso de tratamiento que convierte el agua superficial o subterránea en apta para el consumo. Este elemento también se mantiene en bajas concentraciones durante el transporte en tuberías y depósitos. De esta forma, el cloro asegura que el agua se conserve desinfectada hasta llegar a los hogares.   El agua del grifo, además de cloro, suele contener:  
  • Cal, que se percibe como dureza del agua.
  • Sodio y otros minerales que dependen del terreno por el que discurra el agua.
  • Restos de tratamientos necesarios para garantizar la seguridad sanitaria.
  Estas sustancias no son necesariamente dañinas, pero sí pueden afectar al sabor y al olor, motivo por el cual muchas personas buscan alternativas como el agua mineral embotellada.  

Agua mineral natural: un origen distinto

El agua mineral natural es completamente diferente al agua del grifo porque nace en un manantial protegido y se embotella directamente en su lugar de origen, sin tratamientos de desinfección. Su composición de minerales (hablamos de calcio, magnesio o sodio) proviene de un proceso natural de filtración a través de las rocas. Esa mineralización se mantiene constante en el tiempo, lo que aporta un sabor y pureza característicos. Digamos que el cloro sirve en el agua del grifo porque asegura que llegue potable a todos los hogares, pero no así en el agua mineral natural que no necesita este tratamiento. Un ejemplo claro es Solán de Cabras, que brota de un único manantial en la Serranía de Cuenca. Allí, el agua se filtra lentamente durante miles de años a través de la roca jurásica, adquiriendo una mineralización débil y equilibrada. Este recorrido natural hace innecesario añadir cloro ni otros químicos: el agua llega pura desde el manantial, protegida de la contaminación exterior. Además, Solán de Cabras cuenta con reconocimientos internacionales de calidad y embotella siempre en origen, garantizando que cada gota conserve las mismas propiedades que tenía bajo tierra. Solán de Cabras es un claro ejemplo de agua mineral sin cloro, pura desde el origen y con una composición estable de minerales que se mantiene gracias a la naturaleza. Por eso, cuando eliges agua mineral natural, eliges una pureza que no depende de tratamientos químicos, sino de un manantial protegido y único.
Beber agua en ayunas un hábito sencillo para empezar bien el día

Beber agua en ayunas: un hábito sencillo para empezar bien el día

¿En ayunas se puede beber agua?

Sí, y además es un hábito muy recomendable. Tras varias horas de descanso, el cuerpo se despierta con menos agua de la que necesita. Por eso, empezar el día con un vaso de agua es como darle un primer impulso: ayuda a recuperar el equilibrio de líquidos y a que todo el organismo se active de manera natural.

Beneficios de beber agua en ayunas

Entre los beneficios de beber agua en ayunas, destacan algunos muy sencillos pero efectivos:
  • Recupera la hidratación perdida durante la noche. 
  • Contribuye a activar el metabolismo desde primera hora. 
  • Favorece el tránsito intestinal y ayuda a evitar el estreñimiento. 
  • Aporta sensación de energía y mejora la concentración matutina. 
  • Puede influir en el aspecto de la piel, al mantenerla más elástica e hidratada. 

Tomar un vaso de agua en ayunas: ¿cuánto y cómo?

No se trata de beber grandes cantidades de golpe. Un vaso de agua es suficiente para iniciar el día con buen pie. Lo importante es la regularidad: mantener el hábito cada mañana. En cuanto a la temperatura, se suele recomendar agua del tiempo o tibia, ya que resulta más amable para el sistema digestivo que el agua muy fría recién levantados. Pero si igualmente quieres conocer si existe diferencia entre beber agua del tiempo o fría, puedes leer nuestro artículo.

Beneficios de tomar agua en las mañanas más allá del ayuno

Beber agua nada más levantarse es un buen comienzo, pero no lo es todo. Lo realmente importante es seguir hidratándose a lo largo de la mañana. Así, el cuerpo mantiene su ritmo, la energía no decae y las funciones vitales siguen funcionando como deben. En otras palabras: no basta con un vaso al despertar, hay que darle continuidad al hábito.

¿Qué dice la ciencia sobre beber agua en ayunas?

Beber agua al despertar no es solo una costumbre heredada. También hay estudios que lo respaldan. Uno de ellos, publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, observó que tomar medio litro de agua puede activar el metabolismo hasta un 30% durante la media hora siguiente. Es decir, empezar el día con agua no solo ayuda a recuperar la hidratación perdida por la noche, sino que también da un pequeño empujón extra al organismo para ponerse en marcha.

En definitiva, un gesto pequeño con gran impacto

Beber agua en ayunas no es una fórmula mágica, pero sí un gesto cotidiano que aporta bienestar desde primera hora. Si además eliges un agua mineral natural de origen protegido, como la de Solán de Cabras, incorporas la garantía de pureza y equilibrio mineral a un hábito que te acompañará durante todo el día.
Hidratación y ejercicio

Cómo hidratarse antes, durante y después de hacer ejercicio

¿Te has preguntado alguna vez si basta con beber agua al terminar de entrenar? Puede parecer suficiente, pero la realidad es otra: hidratarse bien empieza mucho antes de ponerse en marcha y no termina al colgar la toalla. Beber agua en los momentos adecuados no solo influye en cómo te sientes durante la actividad física, sino también en cómo la disfrutas y en lo bien que te recuperas después.

La importancia de la hidratación en deportistas

Cada vez que te mueves, tu cuerpo responde: suda, respira más rápido y pierde líquidos. Todo esto forma parte del esfuerzo por mantener la temperatura y el equilibrio. El problema aparece cuando esa pérdida no se repone a tiempo. La deshidratación no siempre avisa con sed: a veces se presenta con cansancio repentino, falta de concentración o menor resistencia. Por eso, la clave está en anticiparse. Hidratarse bien es parte del entrenamiento, es igual de importante que calentar o estirar. Y no lo decimos solo nosotros: la Fundación Española del Corazón destaca que beber agua antes, durante y después del ejercicio ayuda a mejorar el rendimiento, prevenir lesiones y acelerar la recuperación.

Hidratación antes del ejercicio

El entrenamiento no arranca con la primera zancada, sino mucho antes. Una hidratación adecuada en las horas previas es la mejor forma de preparar al cuerpo. Basta con beber agua con naturalidad y sin excesos, para que el organismo llegue a la actividad con un buen equilibrio de líquidos. Así, todo fluye mejor desde el principio.

Hidratación durante el ejercicio

Durante la práctica deportiva el cuerpo sigue perdiendo líquidos constantemente. Por eso, no conviene esperar al final de la sesión para beber. Lo ideal es hidratarse en pequeños sorbos cada cierto tiempo, adaptando la frecuencia a la intensidad, la duración y las condiciones ambientales (por ejemplo, calor o humedad). Sin embargo, existe una duda muy común en el mundo del deporte, la cual resolvemos a continuación:

¿Realmente es bueno tomar agua mientras haces ejercicio?

Sí. Beber agua durante el entrenamiento es recomendable y seguro. Lo importante es hacerlo, tal y como comentamos anteriormente, en sorbos pequeños y regulares, evitando grandes cantidades de golpe. Así, el cuerpo asimila mejor el agua y se mantiene hidratado sin sensación de pesadez.

Cómo hidratarse después del ejercicio

El final del entrenamiento no significa que la hidratación se detenga. Reponer líquidos después del esfuerzo es clave para que el cuerpo recupere el equilibrio. Beber agua de manera progresiva, aunque no se sienta sed inmediata, ayuda a compensar la pérdida. También es buena idea acompañarla con alimentos ricos en agua, como frutas, que completan la recuperación de forma natural.

Beneficios de la hidratación en el deporte

Mantener una buena hidratación en la práctica deportiva aporta beneficios sencillos pero decisivos:
  • Ayuda a mantener la energía durante la actividad.
  • Favorece la concentración y la constancia en el ejercicio.
  • Hace que la experiencia sea más disfrutable, evitando sensación de fatiga prematura.
  • Contribuye a la recuperación después del esfuerzo.

Hidratarse: un hábito clave dentro y fuera del deporte

Beber agua antes, durante y después del ejercicio no es solo una cuestión de rendimiento. Es un hábito que acompaña al bienestar general y que debería formar parte de la rutina diaria, tanto para quienes practican deporte como para quienes no. Y si hablamos de elegir bien, optar por aguas minerales naturales que nacen en entornos protegidos y mantienen una composición mineral constante es una forma sencilla de incorporar calidad a nuestra hidratación. Solán de Cabras, brota de un único manantial y se embotella tal como la ofrece la naturaleza, convirtiendo cada sorbo en una forma de cuidarse con confianza.
Qué es el sodio en el agua mineral

Qué es el sodio en el agua mineral

¿Alguna vez te has fijado en la etiqueta de una botella de agua mineral? Entre los datos que aparecen, hay un elemento que suele pasar desapercibido, pero que tiene un papel importante: el sodio. ¿Qué significa que un agua sea baja o alta en sodio? ¿Y por qué esto puede ser relevante para algunas personas? 

El sodio: un mineral esencial en pequeñas dosis

El sodio es un mineral imprescindible para el cuerpo humano, ayuda a mantener el equilibrio de líquidos, participa en la transmisión de los impulsos nerviosos y es indispensable en el correcto funcionamiento de músculos y órganos.   Dicho eso, como ocurre con muchos elementos, el exceso puede ser contraproducente. Por eso, mantener una ingesta equilibrada es clave, especialmente si hay necesidades específicas de salud o si simplemente se busca llevar una alimentación más ligera en sodio.

¿Dónde encontramos sodio de forma natural?

El sodio está presente de forma natural en muchos alimentos:  
  • En lácteos, como quesos curados.
  • En carnes procesadas, embutidos y conservas.
  • En algunos vegetales y mariscos.
  También se encuentra en bebidas y, por supuesto, en el agua mineral, ya que esta capta los minerales del subsuelo durante su recorrido natural. Su concentración depende del tipo de terreno por el que fluye antes de ser embotellada.

Agua mineral natural y sodio: ¿cómo se relacionan?

Cada agua mineral tiene una composición propia, determinada por la geología de su entorno. Una de las claves para saber si un agua es baja en sodio es consultar su residuo seco, un indicador del total de minerales presentes tras evaporar un litro de agua a 180 °C.   Las aguas de mineralización débil suelen tener una cantidad de sodio inferior a 20 mg/l, lo que las convierte en una opción interesante para quienes buscan un consumo moderado de sales minerales.

¿Cuándo conviene elegir un agua baja en sodio?

Si se sigue una dieta en la que se desea controlar la ingesta de sal, por ejemplo para mantener ciertos equilibrios nutricionales. Si se practica deporte con regularidad y se desea una hidratación ligera. O para quienes simplemente buscan una alternativa más neutra en cuanto a sabor y composición mineral.  

¿Cómo saber si un agua es baja en sodio?

La clave está en la etiqueta. Busca el contenido de sodio (Na⁺) por litro. Según la legislación española y europea, un agua puede considerarse “baja en sodio” si contiene menos de 20 mg/l.   También puedes fijarte si el envase indica que es de mineralización débil, una categoría oficial reconocida y regulada por el Ministerio de Sanidad y otros organismos, como el MAPA (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación).

Solán de Cabras: una agua naturalmente equilibrada

Solán de Cabras es un agua mineral natural que brota de un único manantial en la Serranía de Cuenca, donde permanece protegida bajo tierra durante miles de años antes de ser embotellada sin alteraciones.

Además, se embotella por gravedad, sin bombas de extracción, y con un firme compromiso con la sostenibilidad: envases 100% reciclables, energía renovable y respeto por el entorno natural que le da origen. El sodio en el agua mineral es un componente natural que forma parte de su perfil mineral. Aunque el cuerpo humano lo necesita, mantener su consumo dentro de ciertos límites puede ser beneficioso, especialmente si eliges aguas bajas en sodio. Saber leer las etiquetas y entender la mineralización de cada agua te permitirá elegir la opción que mejor se adapte a tu estilo de vida.